No existe una teoría única o que explique por si misma el fenómeno de la drogadicción y la conducta adictiva, se describe como una patología compleja de origen biopsicosocial, es decir, las causas son múltiples y actúan de forma compleja para producir el desorden adictivo. Quizás sea esta etiología multifactorial y compuesta la que hace tan difícil la comprensión de la enfermedad.
La enfermedad de la adicción a menudo se plantea como síntoma, como consecuencia de múltiples factores que han viajado en el tiempo, en el sistema familiar, social, cultural y en la manera particular como cada persona da sentido a su experiencia. Es decir que no se manifiesta de la nada, sino que existe un fondo sobre el que se sustenta la enfermedad: hay vulnerabilidades psicológicas, ambientes estresantes, familias disfuncionales, predisposición genética y mecanismos cerebrales alterados.
Cuando los pacientes dejan de consumir drogas por primera vez, pueden tener una variedad de síntomas físicos y emocionales de abstinencia, entre ellos depresión, ansiedad y otros trastornos del estado de ánimo, además de inquietud e insomnio.
Nadie elige tener una adicción. Es el producto del funcionamiento de nuestro cerebro, de áreas muy específicas que están afectadas por el uso crónico de las drogas. Las drogas producen cambios físicos y químicos en el cerebro.
Los factores sociales ponen en contacto las personas con las drogas o sustancias, pero son factores individuales los determinantes de la vulnerabilidad a la adicción. Solo una parte de las personas expuestas a sustancias tendrán una adicción: los antecedentes familiares adictivos (carga genética) y la presencia de otras enfermedades psíquicas son dos de los factores de vulnerabilidad más conocidos.
El consumo controlado es una meta a menudo deseada por una persona con una adicción. Estamos hablando, pero, de drogas con elevado potencial adictivo, y una vez se han tomado en exceso queda una “huella” en el cerebro (los llamados circuitos de recompensa) que se reactiva en cada nuevo consumo. Por eso mismo, no es recomendable consumir ni una dosis pequeña, ya que es muy probable que termine en recaída.
Siempre será conveniente contar con la ayuda de los profesionales sanitarios. La desintoxicación se realiza con cobertura farmacológica (para prevenir el síndrome de abstinencia), aunque en algunos casos basta con un aislamiento del tóxico y esperar su completa eliminación sin requerir tratamiento farmacológico.
Como me pueden ayudar los fmailiares con mi adicción?
Lo primero que deberían hacer los familiares es precisamente informarse sobre la enfermedad. Se debe adoptar una actitud sincera y responsable con el paciente a través de una conversación abierta. El equipo sanitario, aunque puede informar sobre conceptos generales relacionados con la adicción, no comentará aspectos individuales de la enfermedad con los familiares excepto si ha sido directamente autorizado.
Tanto los amigos como la familia pueden jugar un papel fundamental en la motivación de las personas con problemas de drogas para entrar y permanecer en programas de tratamiento. La participación de miembros de la familia o pareja en el tratamiento de una persona puede reforzar y ampliar sus beneficios.
En la convivencia en el domicilio, habría que evitar la sobreprotección y la hipervigilancia, como tampoco son recomendables posturas excesivamente críticas. Sería importante demostrar interés sincero y apoyo en el proceso. Una buena comunicación en casa puede facilitar, en los diferentes momentos del trastorno, que la persona pueda pedir ayuda a la familia y esta apoyarlo.
El consumo controlado es una meta a menudo deseada por una persona con una adicción. Estamos hablando, pero, de drogas con elevado potencial adictivo, y una vez se han tomado en exceso queda una “huella” en el cerebro (los llamados circuitos de recompensa) que se reactiva en cada nuevo consumo. Por eso mismo, no es recomendable consumir ni una dosis pequeña, ya que es muy probable que termine en recaída.
En un par de meses o 6 semanas o tres meses, se puede desintoxicar el organismo del alcohol, la cocaína, la heroína, el cannabis, las benzodiacepinas, etc.,
Los síntomas físicos son predominantes, mientras que el deseo de consumo va disminuyendo progresivamente. 2a Fase: abstinencia propiamente dicha. Dura de 1 a 10 semanas.
Aparecen sentimientos negativos: Convivir con una persona adicta hace que surjan un conjunto de emociones que van desde la ira y frustración hasta la culpa de no saber qué hacer ante esa situación. En ocasiones, la pareja del adicto puede llegar a deprimirse por no ser capaz de ayudar a su pareja.
Una persona con dificultades de adicción siempre ha ido acomodándose a un ambiente, entorno, familia que consciente o inconscientemente le han facilitado su enfermedad. La coadicción se caracteriza por la falta de límites claros, permisividad, ausencia de normas de regulación, manipulación, comunicación deficiente, roles invertidos, entre otros.
La familia a menudo teme poner limites por la misma relación de manipulación que se ha construido y que implícitamente lleva a experimentar sentimientos de culpa y confusión por no saber que hacer y en las consecuencias que pudieran tener estos límites.
Padres ausentes, sobreprotección, acompañamientos paternalistas, desconocimiento, miedo y los asuntos personales por resolver en el núcleo familiar, se ponen al servicio de la adicción y permiten que quien padece la adicción se acomode en un sitio de confort que difícilmente reconocerá y querrá salir de el para responsabilizarse de su desarrollo como persona autónoma e independiente.
La mayoría de tratamientos efectivos tienen una duración que oscila entre los 2-5 años.
El tratamiento contra el alcoholismo dura, por lo general entre 6 meses y 2 años.
Los centros de tratamiento y rehabilitación ayudan a las personas que luchan contra la droga, el alcohol o el abuso o la adicción a las sustancias. El enfoque del centro de rehabilitación es proporcionar ayuda para que estas personas reduzcan y luego eliminen su dependencia de manera segura.